viernes, 11 de agosto de 2017

TRISTE SUCESO

Bordeando los 11 años, recuerdo con profunda tristeza lo que aflora a mi memoria, por ese entonces mi madre y yo vivíamos en la calle Chapicuy casi General Flores, por dicha avenida lindaba la vivienda de la familia Deluchi, en el fondo de dicha finca había una habitación que era alquilada a un aprendiz de jockey que se llamo Luis Alberto Acosta, conocido en el ambiente turfistico, por el apodo de "chiquitín", era un muchacho muy apreciado y que se había tomado muy en serio su carrera, infaltable a los pocos compromisos que se le presentaban en los hipódromos de Las Piedras y Maroñas, llamo por aquel entonces poderosamente la atención, su inasistencia a la reunión donde tenía una monta en la jornada de los jueves en el hipódromo Canario, eso hizo que el núcleo de gente que le conocía se alarmara por su ausencia reiterada al trabajo matutino, que ejercía con gran dedicación entrenando los caballos, que los compositores les solicitaban que lo hiciera.

Quienes conocen de cerca dicha profesión, saben el esfuerzo que hay que hacer para ejercerla con cierto éxito:

ejemplo: si un pursang en una carrera necesita que su jinete, pese 54 kgs. y pesa 52 Kgs. se le agregan 2 Kgs. de peso en alguna parte de su montura o el cuerpo del jockey, pero si es al revés se pide el sacrificio de tener que perder los Kgs. que le sobran a dicho conductor.

Esta razón llevo a Acosta a pasar una dura semana de entrenamiento, en el boxing club Maroñas, pues tenía que lograr la pérdida de 2 kgs. para poder cumplir con el requisito que le exigía el compromiso contraído en el ya mencionado hipódromo de Las Piedras.

Al llegar el próximo domingo, y comprobar nuevamente la ausencia de "chiquitín" en la reunión maroñense, la alarma creció, llegando a tal punto que algunos amigos efectuaron la denuncia de su desaparición y acompañaron a la policía al domicilio donde moraba y al no poder localizar a la familia que le arrendaba la habitación, decidieron que por el único lugar que se podía visualizar el interior de su cuarto, era por una pequeña ventana, que existía en el habitáculo ,y que daba al fondo de  mi casa, pero se encontraron con el inconveniente, de no poder pasar, porque entre la pared y el tejido  que separaba el terreno de los vecinos, no podía acceder ningún adulto debido al poco espacio que había, entonces decidieron que mi delgadez de jovencito me permitía poder mirar si estaba la persona buscada.

Hasta hoy recuerdo con mucha tristeza evocar lo que tuve que ver, tendido en una pequeña cama con algo blanco sobre su abdomen, estaba el cuerpo sin vida de dicho jockey, salí  asustado del cuadro que me había tocado presenciar, y gritando ¡está muerto! ¡está muerto!, me llevé por delante a los poicías que me esperaban en la esquina de la casa.

A consecuencia de tan desgraciado suceso que me toco presenciar, a temprana edad, estuve un tiempo que ni bien se escondía el sol, yo buscaba la protección, que a mi corto entender en aquella época, significaba la vivienda de mi madre.

Las noticias que transcendieron de la causa de su deceso, se decía que había sido a consecuencias de unos golpes recibidos en dicha academia de boxeo, donde parte de dichos  entrenamientos físicos, se complementaban con el duro deporte de los puños.

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