sábado, 30 de septiembre de 2017

LUCHAR POR SER INDEPENDIENTE

 
La cama del rebelde
 
A consecuencias de la ya mencionada libertad, de la que yo a mis trece años hacía gala, como es de suponer siendo único hijo, tenía frecuentes enfrentamientos con mi madre, por el hábito que empecé agarrar de trasnochar, costumbre tan arraigada en mi, que hasta hoy a pesar de tener unos años más, conservo procurando que no desaparezca, mientras la salud me lo permita.

Como fruto de una de las tantas disputas por mis tardanzas nocturnas, mi madre tomo la determinación drástica para mi en ese momento, de no abrirme la puerta la próxima vez que llegara después de las diez de la noche, no había transcurrido mucho tiempo de dicha observación, cuando volví a cometer otra vez la misma falta, y eso me trajo como consecuencias tener que buscar urgentemente un lugar donde me acogieran esa noche.

Entonces tome la decisión, de enderezar mis pasos hacia el Stud donde ejercía de capataz el yeyé Suárez Leguisamo, que por esa época era el novio de una prima hermana mía, le conté el problema por el que yo estaba atravesando, y me hospedo en un box que en ese momento, no lo habitaba ningún pursang, de allí con unos fardos de alfalfa y unas mantas con las que se abrigaban los caballos en invierno, dormí con la profundidad lógica que se tiene, cuando aún no había alcanzado los 13 años.

Al rato de ocurrir todo esto que estoy narrando, mi madre ya se había enterado por medio de mi prima, que yo estaba bajo techo y a buen recaudo, y a partir de ese momento, me abrió las puertas a una mayor autonomía dentro de un orden, perdiendo en poco tiempo la autoridad, que ella deseaba ejercer y a la que yo me oponía permanentemente.