domingo, 13 de agosto de 2017

DESCONOCIMIENTO TOTAL DE UNA FIGURA

En el mismo barrio de la Aguada donde tenía su puesto de frutas y verduras Emilio Romero, ex marido de Libertad Lamarque, en la calle Nueva York, residía el inmenso Sr. GERARDO MATOS RODRIGUEZ, a mis doce años yo estudiaba en el Liceo Rodo, y a la salida, con dos compañeros más íbamos a jugar al frontón, en el Colegio Sagrada Familia, y en nuestro recorrido, tras un ventanal de la ya mencionada calle, veíamos siempre a un señor sentado con un aspecto no muy saludable, nos llamaba la atención, verlo siempre en la misma posición y solo, al poco tiempo vimos los postigos del balcón cerrados y una señora que estaba barriendo la acera, y uno de mis amigos pregunto que nos extrañaba la ausencia de dicho señor, y ella nos contesto que Don GERARDO hacía un par de días que había fallecido, en lo que me es particular, siempre sentí, la inmensa pena de saber que Don GERARDO, además de su nombre de pila, se llamaba MATOS RODRIGUEZ, me quedo la sensación de tristeza de no haberlo saludado, aunque más no fuera con una sonrisa a tan enorme y mundial figura tanguera.

sábado, 12 de agosto de 2017

TUVE LA GRAN SUERTE DE CONOCERTE

La vida continua, y a esa edad los malos momentos se hacen más fáciles de superar, y al poquito tiempo del desgraciado hecho que narré,  seguí con mis actividades, que por ese entonces eran un poco de estudio, mucho fútbol y bailes en el barrio, sábados y domingos en el club "El Hacha" del ya mencionado Centella, unidos a los veraneos en el Campo Español, me permitían ir ampliando mis conocimientos de aficionado a los bailes que en aquellos momentos dominaban los salones, tango, milonga, valses, cumbias, sambas brasileñas, congas, foxtrot, y todo lo foráneo que llegara al paisito.

Mi audacia en aquella época, no tenía límites y con una niña hija de gallegos, que aún recuerdo su nombre, Armonía Crespo, me animaba a dar bajo su dirección pasos de muñeiras y jotas, pero a decir verdad me abandonó como compañero de baile, por mi nefasta condición de aprendiz de galaico.

Hoy a través de muchos años, rememorando estas historias,  me doy cuenta que el fallecimiento de mi padre y el trabajo de mi madre, de alguna manera me permitían ser bastante independiente a muy temprana edad.

En el verano de ese año, la Asociación Cristiana de Jóvenes, envió a mi madre a un campamento propiedad de dicha asociación, instalado en Piriápolis y mi mamá me recorto un poco bastante las alas que me estaban creciendo muy de golpe, llevándome con ella, allí me hice muy amigo de otro chico de edad parecida, cuyos padres eran compañeros de mi madre, en la misma entidad.
(Cerro de San Antonio)
Por las noches, cuando aflojaba el calor los veraneantes de dicho campamento, en su mayoría latinoamericanos, les organizaban subidas al cerro de San Antonio, y pronto mi amigo y yo, nos convertimos en guías faroleros, cosa que nos divertía mucho y nos hacía sentir muy importantes, pero además, nos daban muy buenas propinas, a tal punto que al otro día, ya estábamos organizando nuevas excursiones, y para darles un motivo más de atracción a nuestra promoción turística, le mostrábamos la fuente del toro, que en aquella época, era un toro de hierro que largaba permanentemente agua por la boca.


(Fuente del toro)




Mi compañero, resulto ser Gustavo Volpe, cuya trayectoria como estudiante y atleta era brillante, transcurridos 10 años de los hecho que estoy narrando, fue asesinado vilmente, por intentar rescatar la cartera  a un anciano, al que se la habían robado en un ómnibus. Lamentablemente, esa noticia me toco dársela a mi madre por teléfono, al mencionado campamento, si mal no recuerdo por aquella época el número telefónico era 31.
(Gustavo Volpe)

viernes, 11 de agosto de 2017

TRISTE SUCESO

Bordeando los 11 años, recuerdo con profunda tristeza lo que aflora a mi memoria, por ese entonces mi madre y yo vivíamos en la calle Chapicuy casi General Flores, por dicha avenida lindaba la vivienda de la familia Deluchi, en el fondo de dicha finca había una habitación que era alquilada a un aprendiz de jockey que se llamo Luis Alberto Acosta, conocido en el ambiente turfistico, por el apodo de "chiquitín", era un muchacho muy apreciado y que se había tomado muy en serio su carrera, infaltable a los pocos compromisos que se le presentaban en los hipódromos de Las Piedras y Maroñas, llamo por aquel entonces poderosamente la atención, su inasistencia a la reunión donde tenía una monta en la jornada de los jueves en el hipódromo Canario, eso hizo que el núcleo de gente que le conocía se alarmara por su ausencia reiterada al trabajo matutino, que ejercía con gran dedicación entrenando los caballos, que los compositores les solicitaban que lo hiciera.

Quienes conocen de cerca dicha profesión, saben el esfuerzo que hay que hacer para ejercerla con cierto éxito:

ejemplo: si un pursang en una carrera necesita que su jinete, pese 54 kgs. y pesa 52 Kgs. se le agregan 2 Kgs. de peso en alguna parte de su montura o el cuerpo del jockey, pero si es al revés se pide el sacrificio de tener que perder los Kgs. que le sobran a dicho conductor.

Esta razón llevo a Acosta a pasar una dura semana de entrenamiento, en el boxing club Maroñas, pues tenía que lograr la pérdida de 2 kgs. para poder cumplir con el requisito que le exigía el compromiso contraído en el ya mencionado hipódromo de Las Piedras.

Al llegar el próximo domingo, y comprobar nuevamente la ausencia de "chiquitín" en la reunión maroñense, la alarma creció, llegando a tal punto que algunos amigos efectuaron la denuncia de su desaparición y acompañaron a la policía al domicilio donde moraba y al no poder localizar a la familia que le arrendaba la habitación, decidieron que por el único lugar que se podía visualizar el interior de su cuarto, era por una pequeña ventana, que existía en el habitáculo ,y que daba al fondo de  mi casa, pero se encontraron con el inconveniente, de no poder pasar, porque entre la pared y el tejido  que separaba el terreno de los vecinos, no podía acceder ningún adulto debido al poco espacio que había, entonces decidieron que mi delgadez de jovencito me permitía poder mirar si estaba la persona buscada.

Hasta hoy recuerdo con mucha tristeza evocar lo que tuve que ver, tendido en una pequeña cama con algo blanco sobre su abdomen, estaba el cuerpo sin vida de dicho jockey, salí  asustado del cuadro que me había tocado presenciar, y gritando ¡está muerto! ¡está muerto!, me llevé por delante a los poicías que me esperaban en la esquina de la casa.

A consecuencia de tan desgraciado suceso que me toco presenciar, a temprana edad, estuve un tiempo que ni bien se escondía el sol, yo buscaba la protección, que a mi corto entender en aquella época, significaba la vivienda de mi madre.

Las noticias que transcendieron de la causa de su deceso, se decía que había sido a consecuencias de unos golpes recibidos en dicha academia de boxeo, donde parte de dichos  entrenamientos físicos, se complementaban con el duro deporte de los puños.

martes, 8 de agosto de 2017

FRASEANDO



Si de potrillo no comes el maíz a tiempo, corres lo mismo que al que se lo dieron, pero más despacio.

Cuando alguien cree desasnarse, jamás podrá olvidar que fue asno.

Siempre fui gran admirador, de los analfabetos audaces.

Para señor se nace, para todo lo demás se aprende.

La personalidad es cara, la imitación es barata.

Muchas veces añore conocer el mundo, pero  mucho más conocer el ser humano.

Cuando creíste que el mundo era tuyo, te despertaste un día dándote cuenta que te lo habían prestado.





BROCHAZOS DE UNA VIVENCIA INOLVIDABLE

1944, segunda guerra mundial,  Uruguay llenando las arcas de dólares, vendiendo trigo, carne y lana, a la necesitada Europa, quienes como yo a mi corta edad, no tenía conocimiento de la tragedia que padecía el mundo, vivíamos  ajenos y sólo disfrutábamos del bienestar del paisito en aquellos momentos.





Al  promediar la década del 40, en el barrio de Villa Española, en un amplio predio de varias hectáreas, estaba enclavado  el campo español en Montevideo, lucía con todo su esplendor dominguero, las famosas romerías que por aquellos años servían para hermanar españoles emigrados al paisito, por razones políticas a consecuencia  de la terrible dictadura acaecida en España.


Todos los domingos de verano, se hacían las famosas romerías, pues se trataba de recordar su lejana tierra y resaltar la cultura del  pueblo ibérico. Dichas fiestas, eran normalmente amenizadas por los gaiteros de Cotoba para la parte oficial.

Las fiestas domingueras consistían del lado de los socios, alternaba una orquesta típica y una característica, y de la zona popular era mucho más amplia, gran cantidad de familias que iban a pasar el día y a disfrutar de las reuniones bailables, que terminaban a las 10 h. de la noche, comenzando a las 5 h. de la tarde, por ese entonces la orquesta que animaba las reuniones domingueras, era la de Romeo Gavioli, que hacía muy poco había abandonado Buenos Aires, donde actuó como violinista y cantante en la orquesta de Edgardo Donado, a quien lo unía una gran amistad desde la infancia, pues Edgardo llego a Montevideo de meses y regreso a su patria a los 25 años, ya siendo un muy buen conceptuado músico y formando un dúo orquestal con Roberto Zerrillos, que alcanzó importantes éxitos, entre finales de los 30 y principios de los 40.

Pimpin con su escasos 10 años, domingo a domingo permanecía sentado en una esquina del palco, prestándole toda la atención que le era posible a la actuación de ese conjunto típico.



Paralelamente los años fueron transcurriendo, Pimpin creciendo y dicha orquesta abriéndose camino cada vez más firme frente a los bailarines que por aquella época practicaban masivamente el tango, en aquel próspero momento económico de la capital.

A Romeo y a Pimpin aún con la diferencia de edad que los separaba, los llevó a caminar en paralelo por el mismo carril, o sea por el mismo sendero de su majestad el tango.

Teatros, bailes, emisoras, carnavales me llevaron siempre a estar presente hasta 1957 en casi todas las actuaciones del personaje que menciono.

En la tarde aciaga de 1957 en la que Romeo determinó poner fin a su vida, tuve la triste coincidencia de verlo por  última vez al atardecer de una noche inolvidable de otoño, tras el ventanal de una confitería, por aquella época famosa en la ciudad vieja.

Permanece en la memoria de Pimpin, aquellas lejanas tardes de un caluroso verano de los años 40, cuando con indisimulada ansiedad esperaba la llegada del cantor, para cogerle el violín que traía en el mismo coche, con el que se quitó la vida 12 años después y servirle de apoyo, a una dolencia pasajera en una de sus piernas.

Mi orgullo se renueva, cada vez que rememoro esa situación que la vida me brindó, de compartir horas inolvidables con una de las más destacadas figuras, que supo darle un brillo permanente al inigualable ritmo Rioplatense.



COMIENZA UNA NUEVA ETAPA

En la calle Iberia del barrio del hipódromo, existía la sede del club Atlético Centella, que por aquel entonces presidia Pedro Echart, un muy buen boxeador del peso medio.

Entre las actividades de dicha entidad, se organizaban grandes reuniones bailables, a las que asistían gran cantidad de aficionados a dicho arte, a las 5 h. de la tarde, eramos nosotros los niños los que disfrutábamos de una enorme pista de portland lustrado, en cuyo medio había plantada una enorme palmera de edad desconocida y allí gozábamos durante dos horas domingueras, nuestras condiciones de incipientes bailarines, y de paso los más atrevidos intentábamos conquistar a nuestras compañeras, que normalmente lo eran también del cole, por supuesto que yo fracasé casi siempre en mis intentos.

Así comenzó sin quererlo, mi alocada infantil carrera por la danza popular, conga, samba, shoro, pasodoble, valses, milongas y por supuesto el rey tango, que era, fue y será el más popular mundialmente conocido, para orgullo de los rioplatenses, mi admiración se hace cada vez más firme, cuando pienso en sus 137 años de vida y me lo imagino caminando, con la elegancia que desprenden sus pasos y con esa mirada tierna para esos que no lo supieron entender,  y con muchas ganas de perdonar, a los que aún hoy pretenden desvirtuar su valía, intentando desfigurar su imagen de viejecito invencible.